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¡Llegó la hora! Después de 6 meses, el bebé comenzará una nueva etapa en su alimentación para complementar la leche materna con nuevos alimentos. Así que nos surgen muchas dudas. Entre ellas, ¿qué alimentos sí y cuáles no? Para tener respuestas rápidas, consultamos a familiares o amigos sobre el tema.
Sin embargo, mucha de esa información está basada en mitos sobre la alimentación complementaria. ¡Si la practicamos mal, las consecuencias las padece el bebé!
Por esa razón, en este artículo te hablaremos sobre mitos comunes de la alimentación complementaria: qué hay de cierto y qué no en cada uno de ellos. También, respondemos a por qué se generan los mitos y qué riesgos representan para los niños. Por supuesto, las respuestas de primera mano las tiene el médico pediatra. Por eso, no olvides ir a consulta.
¿Por qué se generan los mitos y cuáles son sus riesgos?
La alimentación complementaria del bebé está infundada tanto por creencias populares, prácticas culturales y prácticas desactualizadas, como por la difusión de información errónea a través de canales no confiables. Al final, la nueva alimentación del bebé se distorsiona y se pone en riesgo su salud.
En este contexto, y como lo advierte un artículo publicado por la revista Infant Nutritional Physiological Phenomena, la comunidad médica muestra una preocupación creciente sobre los mitos, porque pueden impactar en la emisión de enfermedades no trasmisibles. Por ejemplo, el sobrepeso, la diabetes, la enfermedad celíaca, las alergias, entre otras.
Así que, llegó el momento de deshacerte de los mitos sobre la alimentación complementaria en el bebé. ¿Cuál de estos has escuchado con anterioridad?
Mitos comunes sobre la alimentación complementaria en bebés
Los mitos y creencias erróneas que rodean la alimentación complementaria pueden generar confusión y poner en riesgo la salud de los más pequeños. Por eso, aquí vamos a aclarar cada uno de estos mitos.
1. Los bebés deben iniciar la alimentación complementaria antes de los 4 meses
¡No es cierto! Tal como lo refiere un trabajo publicado en la revista Frontiers in Pediatrics, la mayor parte de los organismos de salud pediátrica están de acuerdo en que la edad ideal para introducir los nuevos alimentos en el bebé es a los 6 meses. Otros, incluso, mencionan los 4 meses, pero no antes.
Las razones son varias. Una de ellas se explica en un artículo publicado en la revista JAMA Pediatrics. En este se considera esperar un lapso de tiempo apropiado para que en el bebé se desarrollen las bacterias intestinales (microbioma) que sirven de defensa contra algunas enfermedades, fortaleciendo así su sistema inmunitario.
La otra razón es que su aparato digestivo tiene que estar preparado para digerir los nuevos alimentos. Antes de los 4 o 6 meses, el bebé aún está recibiendo las enzimas para la digestión que se encuentran en la leche materna.
Es decir, la lactancia exclusiva le ayuda a madurar su proceso digestivo. Asimismo, el posible desarrollo de alergias también justifica iniciar los nuevos alimentos después de los 6 meses de edad.
2. Los alimentos sólidos ayudan a dormir mejor al bebé
¡No es así! El sueño en el bebé está influenciado por factores que no tienen que ver con los alimentos complementarios. Un artículo publicado en la revista Childrenestablece que la regulación del ciclo del sueño progresa de manera natural con la edad del bebé. A los 6 meses, la mayoría de ellos son capaces de dormir toda la noche.
3. Hay que introducir los alimentos en cierto orden
¡No es verdad! Antes se creía que tenía que haber un orden específico. Por ejemplo, primero los cereales, luego las frutas y al final las verduras. Pero, la Academia Americana de Pediatría asegura que no hay evidencias de que si se le dan primero las frutas, luego rechace las verduras porque no les guste el sabor.
Por tanto, se recomienda introducir los alimentos preferidos por la familia, siempre y cuando estén indicados dentro de una alimentación saludable y equilibrada para el bebé, además de supervisada por el médico pediatra y el nutricionista.
4. Evitar los alimentos alérgenos hasta después del primer año
¡Es todo lo contrario! Un estudio publicado en la revista The New England Journal of Medicine declara que la exposición temprana y regular a los alimentos alérgenos, como el maní, puede disminuir las alergias en los niños propensos a desarrollarla.
Así que es todo lo contrario, no hay evidencias que respalden que la introducción tardía de alimentos como pescados, huevos o el mismo maní demora la aparición de las alergias.