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De seguro alguna vez has escuchado hablar acerca de los populares términos “mamá velcro”, “mamá koala” o “mamá canguro”. Diferentes adjetivos que reflejan un inconveniente muy común durante de los primeros años de infancia de los hijos: la necesidad de estar todo el tiempo al lado de sus madres.
Frases como: “mi bebé solo se calma cuando soy yo quien lo cargo”, “tengo que estar al lado de mi hijo todo el tiempo para que no llore” o “mi pequeño nunca me deja sola”, son frecuentes en el vocabulario de una “mamá velcro”.
Sin embargo, este tipo de comportamiento sucede por razones específicas que necesitan ser tratadas oportunamente, a fin de evitar el desarrollo de un apego extremo.
La ansiedad de separación es el origen de la “mamá velcro”
Es natural que los recién nacidos y los bebés pequeños sientan una empatía y un vínculo muy fuerte hacia su mamá. Ya que, al final del día, es la persona con la que suelen pasar más tiempo y, además, en su voz, en su olor y en su calor encuentran la protección y el afecto que necesitan para el día a día.
Sin embargo, hacia el octavo mes, los niños empiezan a manifestar un fenómeno conocido como: ansiedad de separación.
Durante este tiempo, los bebés suelen sentir angustia y miedo al estar separados de sus figuras de apego (generalmente, de la madre) ya que interpretan el despegue como una amenaza para su seguridad y supervivencia.
Y a pesar de que con el paso de los meses los pequeños empiezan a interactuar con otras personas, como sus tíos o abuelos, en general es en brazos de la madre donde encuentran ese lugar de paz. Así que no es de sorprender que algunos hijos sientan un apego más fuerte hacia su mamá durante sus primeros meses de vida.
Consejos para evitar ser una “mamá velcro”
La ansiedad de separación es un hito normal del desarrollo y ocurre durante el primer año de vida, tal como lo explica la psicóloga Kathleen Stassen en su obra Psicología del desarrollo. Infancia y adolescencia. No obstante, puede llegar a ser una rutina extenuante para los padres cuando sus pequeños dependen de la presencia materna todo el día.
Estos son algunas recomendaciones que puedes empezar a implementar con tu pequeño para evitar convertirte en una “mamá velcro”.
1. Promueve el apego seguro
Estar presente cuando tu hijo te necesita para cubrir sus necesidades afectivas es esencial, sobre todo si tu objetivo es criar un niño feliz y promover el apego seguro. Dale la seguridad de que siempre estarás a su lado cuando lo necesite y que nunca se te pasará por la cabeza la idea de abandonarlo.
2. Avísales con amor de tu ausencia
Cuando los papás se van sin avisarle a sus hijos, nada más generan en ellos ansiedad, miedo y estrés. Para evitar estas confusiones innecesarias, lo mejor es avisarles con cariño que se ausentarán por un par de minutos. Pero que no se preocupen, porque volverán más pronto de lo que piensan.
3. Despídete brevemente
Si sabes que tu hijo tiende a ponerse triste al momento de irte, procura hacer las despedidas cortas y no prolongar la situación sin sentido. Puedes ayudarte de un juguete o de alguna distracción que lo haga feliz y avisarle que regresarás muy pronto. Y sobre todo, que esté tranquilo y que se porte bien en tu ausencia.
4. Normaliza la ausencia
Recuerda que tu lenguaje corporal y la manera en la que dices las cosas es primordial a la hora de comunicarte con los niños pequeños, ya que pueden tomar ciertas actitudes como signos de alarma.
Por eso, a la hora de despedirte, mantente tranquila y con una actitud serena y positiva. Esto le dará confianza a tus hijos y la certeza de que su mamá volverá muy pronto.
5. Favorece la autonomía
Está bien que como madre atenta que eres quieras suplir todas las necesidades de tus hijos. Sin embargo, a medida que crecen, enséñales poco a poco a valerse por sí mismos, para que no siempre dependan de tus cuidados y afectos.
Todo ese esfuerzo favorecerá al desarrollo de su autoestima y de la confianza necesaria para enfrentarse a nuevos retos.
6. Recuerda que es una etapa pasajera
Como mencionamos con anterioridad, la ansiedad de separación es una crisis normal que ocurre durante el primer año de vida. Así que ten presente que estas exigencias emocionales son pasajeras y bríndale a tus pequeños el afecto y cariño que necesitan para atravesarla.