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¿Qué es la crianza no involucrada o negligente?

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Cuando nos preparamos para la llegada de un hijo, nos anticipamos a algunas decisiones que deberemos tomar. Por ejemplo, cuál será su nombre, dónde dormirá o incluso a qué escuela nos gustaría que acudiese. Sin embargo, muchas veces pasamos por alto un aspecto crucial y que determinará su futuro: el estilo educativo que emplearemos como padres. Hoy queremos hablarte de la crianza no involucrada o negligente.

La crianza negligente es el resultado de la escasa planificación y de la ausencia de información y apoyo. Es que es característica de aquellos padres y madres que no se involucran con sus hijos. Por lo general, se sienten sobrepasados por las responsabilidades de su rol y están ausentes tanto física como emocionalmente. Sigue leyendo para comprender en qué consiste este estilo educativo, a qué se debe y cuáles pueden ser sus consecuencias.

Comprender los estilos de crianza

Para entender este concepto es necesario remontarnos al trabajo de Diana Baumrind. Esta psicóloga, especialista en desarrollo infantil, llevó a cabo importantes investigaciones a partir de los años 70 del pasado siglo. Y es que se decidió a seguir a varias familias con niños desde la edad preescolar hasta la adolescencia.

Sus observaciones y hallazgos dejaron en claro que el comportamiento de los niños difería, ya desde edades tempranas, en función del tipo de crianza que recibían. Así, describió tres modelos de paternidad principales: el autoritario, el permisivo y el democrático.

Más adelante, Maccoby y Martin retomaron el modelo de Baumrind y lo reformularon al añadir un estilo más: el negligente. Además, señalaron que todo estilo de crianza se sustenta en dos pilares:

  1. El grado de afecto/apoyo ofrecido por los padres. Hace referencia a las muestras de amor, aprobación y aceptación; a cuán comprensivos y empáticos son los progenitores. Concretamente, existen grados elevados en los estilos permisivo y democrático, así como grados bajos en los estilos autoritario y negligente.
  2. El nivel de control/supervisión ejercido por los padres. Se refiere a cuánto dirigen los progenitores el comportamiento de sus hijos y cuánto velan para que se cumplan las normas que ellos mismos establecen. Así, encontramos niveles altos de control en los estilos autoritario y democrático, y niveles bajos en los estilos negligente y permisivo.

Crianza no involucrada o negligente, ¿en qué consiste?

En la crianza negligente, los progenitores no están presentes, no se implican ni se hacen responsables de su rol. Por lo mismo, es común que estos niños se críen con otras personas. Incluso, en los casos más graves, puede haber abandono o abuso físico o emocional.

Pero, más allá de esta definición, veamos algunos ejemplos prácticos de cómo se manifiesta en el día a día este estilo educativo:

  • Los padres pasan poco tiempo con sus hijos. Priorizan el trabajo y otras actividades por encima de la vida familiar y apenas están presentes en los momentos cotidianos de los niños. Además, la comunicación con ellos es muy escasa.
  • No se responsabilizan de sus hijos. Esto implica que no invierten la dedicación necesaria para enseñar, educar o supervisar.
  • No marcan límites ni establecen normas. Sin embargo, esto no es porque deseen criar con libertad, sino que no quieren o no pueden ejercer su rol de cuidadores.
  • Apenas expresan afecto hacia sus hijos. No ofrecen apoyo, comprensión ni palabras de aliento. Por el contrario, pueden dirigirse a sus hijos con rudeza, rechazo e irritación o, sencillamente, ser indiferentes.
  • Tratan de cubrir las necesidades afectivas de sus hijos con bienes materiales.
  • Delegan la responsabilidad de la crianza en otras figuras. Por ejemplo, en los abuelos o maestros. Además, no se responsabilizan por las conductas de sus hijos.
  • Perciben a los niños como una molestia. También, experimentan la paternidad como agotadora y poco satisfactoria. Así, se sienten sobrepasados por su rol y no lo disfrutan.
  • Pueden utilizar el castigo físico como medida de disciplina.

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