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¿Es verdad que los niños de ahora están más consentidos?

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La forma de educar ha cambiado. Los padres y madres cada vez son más conscientes de su labor y más respetuosos con la infancia. Ya no hay lugar para la violencia en el hogar y los castigos se emplean con menos frecuencia. Todo esto lleva a muchas personas a considerar que los niños de ahora están más consentidos. Pero, ¿es esto cierto?

Muchos piensan que un niño consentido es un niño malcriado, aquel al que se le cumplen todos sus caprichos y nunca se le pone límites. Pero, ¿y si te dijéramos que, lo que más quiere, desea y necesita un niño es precisamente lo que se le niega? Hablamos, por supuesto, de la presencia y compañía de sus padres durante sus primeros años y de la libertad para crecer a su propio ritmo.

¿Crees que en este momento de la historia de la humanidad los pequeños disfrutan de estos privilegios? Exploramos la respuesta a continuación.

¿Qué es un niño consentido?

Como decíamos, consentir a un niño es darle todo lo que pide en el momento en que lo hace. Y, aunque muchos consideran que esto está mal y es un comportamiento erróneo, es importante aprender a contextualizar.

Durante los primeros meses y años de vida, el bebé es un ser dependiente de sus progenitores; los necesita para sobrevivir y para satisfacer sus necesidades básicas de alimento, seguridad y afecto.

Así, tal como sugiere un estudio publicado en la revista Journal of Early and Intensive Behavior Intervention e n esta época, no solo es positivo, sino que es crucial satisfacer las demandas del niño a tiempo, pues esta es la vía para construir un apego seguro.

El bebé necesita estar en brazos, sentir cerca a sus figuras de apego y lograr que estas acudan cuando se les llama. Ofrecer esa presencia, afecto y consuelo a un infante no es consentirlo o malcriarlo, sino ayudarle a desarrollar confianza en sí mismo, en los demás y en el mundo.

A medida que el niño crece, es necesario establecer límites. Sin embargo, estos límites no deben ser arbitrarios, sino diseñados para orientar su comportamiento y ayudarlo a desarrollar una serie de habilidades, como la tolerancia a la frustración. Es en aquellos casos en los que no se establecen normas ni límites a sus deseos y caprichos cuando el consentimiento se convierte en un problema.

¿Los niños de ahora están más consentidos?

Con esto en mente, podemos preguntarnos si de verdad los niños de ahora están más consentidos que los de antes. Y para esto, podemos fijarnos en diferentes variables y elementos.

Necesidades básicas de afecto y seguridad

Como decíamos, los infantes necesitan estar cerca de sus principales figuras de apego, en especial antes de los dos años de edad. Este es su principal deseo y su más grande necesidad. Y, sin embargo, es un privilegio con el que hoy en día no cuentan.

La incorporación de la mujer al mercado de trabajo y otros cambios socioeconómicos, han llevado a muchas familias a dejar a sus bebés al cuidado de terceras personas desde muy temprano. Esto es algo que en épocas anteriores ocurría con menor frecuencia.

De hecho, según recoge el estudio llamado «Guardería y Familia 2013», el 70 % de los niños son escolarizados antes de cumplir un año y un gran porcentaje de ellos pasa más de 8 horas diarias en la guardería. Por tanto, estos niños ya están teniendo la primera gran limitación a sus deseos.

Pero, además, tampoco tienen asegurada la respuesta propicia de sus progenitores ante sus demandas de afecto, contacto y seguridad. Y es que, es bajo el porcentaje de familias que eligen colechar con sus hijos (Roldán-Chicano et al., 2009), tenerlos en brazos sin limitaciones o alargar la lactancia materna hasta el tiempo recomendado (Correa et al., 2007).

Sobreexigencia

Por otro lado, los niños de hoy en día hacen frente a unas exigencias mucho mayores por parte de sus progenitores. Muchas veces se espera que se conviertan en los más inteligentes de la clase, los más creativos, atléticos y sociables.

Se espera que aprendan idiomas desde su primera infancia y se satura su agenda de actividades extraescolares que pueden llegar a generarles grandes niveles de estrés

En la actualidad, tenemos una idea sobrevalorada de la productividad y el hecho de que el niño disfrute de tardes calmadas, del juego libre o de momentos ociosos nos parece una pérdida de tiempo. Sin embargo, esta es una necesidad de la que, de nuevo, les estamos privando.

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