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La adolescencia es una etapa complicada para padres y madres. Y es que los hijos demandan cada vez más independencia y surgen áreas de conflicto en las que es necesario saber negociar con ellos. Una de las más complejas, es la que respecta al límite de horario para adolescentes. ¿Hasta qué hora es adecuado que salgan con sus amigos?, ¿cómo puedo asegurarme de que mi hijo estará bien?
Lo cierto es que no es sencillo hallar un equilibrio entre ser demasiado permisivo y muy estricto. Por un lado, para los progenitores es difícil entender que el niño o la niña está creciendo. Por otro lado, si ofrecemos demasiada libertad, esto puede hacer que el joven se sienta confuso y desorientado. Incluso, llevándole a tomar malas decisiones.
Entonces, ¿cómo abordamos el asunto? Te ofrecemos algunas claves a continuación.
Entiende el momento que estás enfrentando
Antes de tomar una decisión respecto a la hora de llegada de tu hijo o hija, es necesario entender la etapa que estás atravesando y lo que puede suponer para cada uno de ustedes.
Para un adolescente, estos años son cruciales y están marcados por los cambios, es decir, buscan transitar hacia la adultez sin haber dejado de ser niños. También, quieren construir y expresar su propia identidad y el grupo de iguales se convierte en su mayor punto de referencia (Moral, 2004).
Por esto, es natural que demanden independencia, que busquen gozar de una mayor libertad y privacidad, y que se vayan alejando progresivamente de la supervisión de los progenitores para compartir más con sus compañeros.
Ahora bien, para los padres y madres, también supone un desafío dejar de ver al hijo como un niño dependiente y estar dispuestos a facilitarle el camino para que salga al mundo. Por ello, es normal que surjan dudas y no sepan cuál es la mejor decisión, e incluso, que sientan miedo en el proceso.
La hora de llegada sí es necesaria
Un primer punto a considerar es que sí es necesario establecer una hora de llegada. Los adolescentes, aunque parezcan muy maduros (o eso quieran aparentar) siguen necesitando la guía y orientación de sus padres. Los límites que estos marcan los hacen sentir amados y seguros.
Permitir a tu hijo una total libertad al respecto no le haría ningún bien (Elias et al., 2014). De hecho, según una revisión publicada en la Revista Latino-Americana de Enfermagem, la falta de límites paternos puede poner a los adolescentes en situaciones de riesgo y hacerlos sentir desorientados respecto a las mejores decisiones a tomar.
La libertad va de la mano con la madurez
Decidir cuál es la mejor hora de llegada para tu hijo no es sencillo, ya que hay varios factores a considerar. La edad es uno de ellos, y es probable que sea hacia los 13 o 14 años, cuando tu adolescente comience a demandar esas salidas a solas con sus amigos.
Es probable que, a medida que crezca, la hora de llegada pueda ir ampliándose, pero has de considerar que más allá de la edad, lo relevante es la madurez del menor.
Por su propia personalidad, por las experiencias vividas o por el contexto en el que crece, un joven puede ser más o menos maduro, consciente y responsable. Y esto debe tenerse en cuenta.