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¿Se pueden evitar los cambios en los pezones por el embarazo y la lactancia?

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El embarazo y la lactancia son procesos naturales y maravillosos en la vida de la mujer, pero también conllevan una serie de cambios en el cuerpo. Entre alteraciones más comunes que experimentan las embarazadas durante esta etapa y que algunas quisieran evitar son los cambios en los pezones.

Muchas mujeres se preguntan si hay alguna manera de prevenir o minimizar estos cambios. En este artículo, detallamos las alteraciones en los pezones durante el embarazo y la lactancia. Además de las diversas formas de evitar o mitigar su impacto. ¡Toma nota!

¿Cuáles son los cambios que experimentan los pezones durante el embarazo?

Durante el embarazo, los senos de la mujer se preparan para la lactancia. Esto implica una serie de cambios hormonales que afectan a las areolas y a los pezones, así lo detalla un artículo publicado en la revista Cardiovascular Journal of Africa.

Aumento de coloración

Los pezones se tornan más sensibles y dolorosos, y pueden oscurecerse. Asimismo, las areolas, la zona pigmentada alrededor del pezón, también pueden aumentar de tamaño y volverse más oscuras.

Una vez que finaliza la lactancia, la areola puede retornar a una tonalidad más clara, pero por lo general continúa con una coloración más oscura respecto a antes del embarazo.

Glándulas de Montgomery

Además, es posible que aparezcan pequeñas protuberancias en la superficie de los pezones, llamadas tubérculos de Montgomery, que secretan una sustancia lubricante para proteger la piel durante la lactancia.

Incluso, pueden producir un ligero olor. Esto, junto con el oscurecimiento de la areola, la organización Baby- Friendly Hospital Initiative lo considera de ayuda al lactante para encontrar el pezón y comenzar a amamantar más fácil.

No obstante, una vez que finaliza la lactancia, las glándulas de Montgomery se encogen y la textura de la areola retorna a su estado previo al embarazo.

Cambios en los pezones durante la lactancia

Durante la lactancia, los pezones continúan experimentando cambios. El acto de amamantar puede provocar que los pezones se agrieten o se enrojezcan debido a la succión constante del bebé. Esto puede causar molestias y dolor en algunas mujeres. Sin embargo, existen medidas que se pueden tomar para minimizar estos efectos.

Lesiones en los pezones

Es importante asegurarse de que el bebé se enganche de forma correcta al pecho durante la lactancia. Un enganche adecuado puede disminuir el riesgo de lesiones en los pezones. Por ende, consultar a un especialista en lactancia materna o a un profesional de la salud puede ser de gran ayuda para aprender técnicas adecuadas de lactancia y garantizar un buen enganche del bebé.

Un agarre deficiente puede provocar irritación o abrasión en el tejido de la areola. A su vez, el daño de la areola puede afectar la comodidad y el éxito de amamantar.

Aumento de la humedad

La lactancia puede provocar dolor, sequedad y grietas en el pezón. La areola también puede agrietarse, doler o irritarse debido a la pérdida de leche materna. En ocasiones, la humedad en la piel puede provocar lesiones en la piel e infecciones como mastitis o aftas.

Por lo tanto, es recomendable mantener los pezones limpios y secos. Además, usar sostén de lactancia adecuado y transpirable puede ayudar a mantener los pechos secos y prevenir la acumulación de humedad. También se pueden aplicar cremas o ungüentos específicos para los pezones después de amamantar para mantener la piel hidratada y promover la curación.

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