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Así no debes actuar ante la rabieta de tu hijo

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Cuando tu hijo tiene una rabieta, las partes de su cerebro que dominan son las amígdalas. Esta estructura tiene que ver con el impulso y la emoción. Por ello, su reacción está fuera de control.

Manejar la famosa «rabieta» o «berrinche» de tu hijo puede resultarte complicado. Incluso, a veces puedes sentir que has intentado de todo – castigar y no castigar, tener paciencia, hablar en tono suave, gritar y más – y aun así nada funciona. O, lo que es peor, te desafía aún más.

Lo cierto es que muchas veces, ante la rabieta de los hijos, las personas suelen aplicar reglas, olvidando quizás cierta «especificidad». Es decir, olvidan analizar la situación, la edad del niño, qué podría estar provocando ese enojo, entre otras cuestiones.

De modo que los padres solo reaccionan. Y así, muchas veces, sin darse cuenta, van en contra de su propio objetivo. A contnuación, algunas recomendaciones sobre lo que no debes hacer ante la rabieta de tu hijo.

No hagas esto si tu hijo tiene una rabieta

Como padres, sabemos que el estrés del día a día, el trabajo, la escuela, los niños y todas las situaciones por las que pasamos, pueden hacer que nos encontremos en momentos abrumados y con poca paciencia para actuar de buena manera cuando nuestro hijo tiene una rabieta.

A pesar de que es normal que te sientas así, es necesario que tomes en cuenta que se trata de un niño que apenas está aprendiendo. Por eso, te daremos algunas recomendaciones de lo que no deberías hacer cuando tu hijo pasa por uno de estos momentos.

Evita usar los gritos o la violencia

Evita ponerte peor aún que tu hijo. Como adulto, debes ser un ejemplo e intentar llevar tranquilidad. Más allá de que ningún niño merece de maltrato (tenga o no una rabieta), gritar, insultar o usar la violencia, pone «en jaque» al cerebro del niño.

Es decir, esas señales son interpretadas con mayor estrés, por lo cual se libera más cortisol al organismo y la situación resulta aún más explosiva, según explica un artículo publicado por la revista International Journal of Psychological Research. Entonces, este tipo de conductas intensifican aún más esa que quieres evitar.

No uses etiquetas o comentarios hirientes

Aquellas expresiones como «eres desobediente», «todos los paseos se arruinan por tu culpa», entre otras, tienen un impacto muy negativo en tu hijo. Una rabieta y poner un límite a ella no tienen por qué derivar en un ataque hacia el niño o su identidad.

No amenaces

Evita caer en la tentación de decirle que algún día te vas a marchar de casa o que vas a «decirle a la policía» que se lo lleve. Estos comentarios solo crean inseguridad y temor respecto al vínculo, lo cual no tiene sentido y además, es excesivo para una rabieta. Al final, terminas por no cumplirlo. ¿Y cuál es el resultado? Generas malestar al mismo tiempo que socavas tu autoridad.

Evita las comparaciones con sus hermanos y otros niños

Lejos de resultar en un aprendizaje, puede resultar hiriente y estigmatizante. Recuerda que muchas veces tu hijo no puede controlar sus emociones y no hace lo que quiere, sino lo que puede.



¿Cómo actuar ante la rabieta de tu hijo?

Cuando tu hijo tiene una rabieta, debes saber que las partes de su cerebro que están interviniendo son las amígdalas, ubicadas en el cerebro límbico, también conocido como «cerebro emocional». Estas estructuras se caracterizan por actuar de modo automático, involuntario e inconsciente.

Es decir, esa rabia está «fuera de control». Ahora bien, lo que no está fuera de control y que sí podemos gestionar es qué hacer con dicha emoción.

La conducta es muy diferente de la emoción y, con paciencia, ese es el mensaje que debes transmitir al niño. «Entiendo tu enojo porque tu hermano no quiere jugar a lo mismo que tú (emoción), pero no es correcto ni tienes derecho a empujarlo o gritarle» (conducta).

A continuación, algunas sugerencias que puedes intentar si buscas llevar tranquilidad a tu hijo.

Intenta entender qué sucede

Cuando tu hijo tiene una rabieta, en realidad está tratando de comunicarte sus emociones. Por eso, en lugar de reprenderlo, acércate y pregúntale qué le sucede, cómo puedes ayudarlo, qué necesita para sentirse mejor.

La rabia y el enojo son emociones y existen porque tienen un mensaje para darnos. En un principio, como adulto, le «prestarás» las palabras para recorrer el camino que lo lleve a entender cómo se siente y cómo pedir lo que necesita.

Luego, a lo largo de su desarrollo, tu hijo será capaz de hacerlo por sí mismo. Pero si le niegas la posibilidad de descubrir todas sus emociones, siempre tendrá una visión limitada de aquello que le sucede.

Prueba con acompañarlo en ejercicios de respiración

La práctica de la respiración puede resultar similar a un oasis en el desierto. Cuando los niños están haciendo un berrinche, en realidad lo que está sucediendo en su cerebro es la vivencia de un cúmulo de emociones que no saben cómo resolver. Necesitan ayuda y la forma que encuentran para expresarse es a través de la rabieta. Por eso, los ejercicios de respiración pueden ser una buena forma de ayudarlo a calmarse para luego descubrir qué le sucede o que pueda comunicar con mayor claridad sus emociones.

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